lunes, 7 de diciembre de 2015

Christina Rosenvinge




Nadie puede dudar ya de lo que ha supuesto para la música española Christina Rosenvinge.Desde sus comienzos en los años ochenta coqueteando con punk, hasta sus inicios con la banda Alex y Cristina, que le llevo a obtener éxito comercial en España, y su posterior etapa con Christina y los Subterráneos, Christina Rosenvinge se ha convertido en una de las figuras más destacadas de los cantautores nacionales, con una carrera llena de influencias y giros de donde se ha ido forjando esta historia.
Este Jueves tocará en la madrileña sala Joy Eslava, dentro del ciclo de conciertos Pop & Dance. Antes de que llegue dicho concierto os dejamos con un poco más de sabiduría sobre lo que ha sido la creación de su último trabajo ¨Lo Nuestro¨.
Las entradas para dicho evento se pueden encontrar en el siguiente enlace.  


Después de que se editara la caja recopilatorio Un caso sin resolver (Warner, 2011) la inercia parecía llevar a ese momento en que los músicos se dedican a darse el gusto de regrabar sus clásicos (recoger la cosecha, lo llaman).

Christina Rosenvinge en su etapa de Alex y Cristina

En seguida se pasó a componer otra vez. Las canciones que sobrevivían a la criba las iba grabando en garage band. Pasaba tanto tiempo entretenida con la programación y los arreglos que eso se convirtió́ en una nueva forma de composición. Las circunstancias parecían alejarla del pop confesional y el formato semi-elec- trónico encajaba especialmente bien con la temática cuasi metafísica de las letras, que giraba alrededor de las múltiples crisis que crecían a mi alrededor amontonándose sobre sus pequeñas crisis personales, muy serias las primeras y muy cómicas las segundas. Escribir sobre la catastrófica actualidad sin caer en tópicos me parecía tarea imposible, pero después de varios intentos empezó a abordar cuestiones como la responsabilidad social (“Alguien tendrá́ la culpa”), la desigualdad de sexos (“La tejedora”), y estas me llevaron a otras cuestiones más complejas como la construcción de la identidad (“Lo que te falta” o “Segundo acto”) o la funcionalidad de dedicarse al arte (“La absoluta nada” o “Liquen”), a hacer algún recuento ligero de su propia vida (“Romeo y los demás”), inquietarse mucho por el futuro y finalmente, a falta de recursos filosóficos más elevados, acabar llamando al tiempo “ese cabrón” y a la muerte “la muy puta” antes de refugiarme con un corte de mangas en la urgencia del cuerpo y la dictadura del presente con “Balada obscena”. 
Christina Rosenvinge en concierto
Por el camino la inspiración llegó a través de la poesía de Luis Cernuda, el arte de Louise Bourgeois, el retro futurismo del visionario Nikola Tesla, escenarios difusos del cine expresionista o del teatro del absurdo, New Order, Franco Battiato, el canto de una india quechua, Bill Callahan, Yoko Ono y no sé cuantas cosas más. 
Se buscaba un sonido que se podría definir como romanticismo industrial, es decir, plomo en la base y ondas eléctricas expandiéndose hacia el cosmos, lirismo expresado sin complejos. Otra vuelta de tuerca, vaya. 


Las canciones, aun humeando en la tableta. Cuando tuvo más de una decena empezamos a grabar. Era junio de 2013. Enseguida se hizo patente que tenía más sentido hacerlo así́, entre los dos, mano a mano y por capas, que montar una banda como había hecho otras veces. Puntualmente aprovechamos los talentos de Mau Boada en la batería, y de Louise Samson y Ferrán Palau de Anímic, junto a todos los niños que pudimos pedir prestados para algunos coros. Raúl entendió́ magistralmente todo y no paró de sacar conejos de su chistera de productor en toda la grabación. Una vez terminado, a final de verano, me pareció́ que un gesto rompedor como es este disco, no podía publicarse bajo un esquema conservador. Así́ que, con la paciencia que da tener alguna cana ya, me senté́ a esperar que pasara por su puerta un nuevo convoy de soñadores mientras reclutaba su propia tropa de voluntarios, la ilustradora Paula Bonet entre ellos.
El título, Lo nuestro, saltó de un poema a la portada del disco por sí mismo una mañana. En el poema me preguntaba, después de una larga enumeración de opciones, en qué consistía “lo nuestro”: quienes somos, qué nos espera y qué es lo que nos pertenece es un tema presente en casi todas las canciones.



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